jueves, 20 de mayo de 2010

La trampa de los préstamos negativos. Deudas para “crecer” de propietario, a esclavo asociado bancario.

Testimonos: Blog: El Comentario Político Económico

Por Cipriano Barreto Mendoza.

¿Qué son los préstamos negativos? Antes de los 80’s, al solicitar uno en los bancos, existía la posibilidad de liquidarlo en el tiempo pactado, porque existían condiciones muy distintas a las actuales.
Había un mercado interno en crecimiento, el consumidor tenía poder adquisitivo, había cierta estabilidad en el empleo, existía una cierta aversión al crédito pues se prefería el autofinanciamiento y las ganancias se reinvertían en la empresa o se cubría, por anticipado, el capital de la deuda y lo principal, los Bancos no se auto regulaban y tampoco imponían intereses impagables.
Todo eso ha cambiado para convertir al deudor, al emprendedor, en un socio forzado que recibe menos ganancia que el banco. En lugar de ser el propietario de su empresa, se convierte en empleado, en ocasiones gerente, de su propio negocio. Los dueños reales son los Bancos. El emprendedor es un esclavo asociado.
Gracias a las primeras condiciones, las iniciativas empresariales pequeñas, locales y regionales, después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtieron en franquicias mundiales. Hoy, la inmensa mayoría de las Pymes tardan más en nacer, que en estancarse o morir, porque las condiciones son contrarias al emprendedor minoritario, mediano e incluso que se consideran grandes y hasta gigantes.
Esto que mencionamos de personas, Pymes y grandes empresas, es aplicable a los países pero aquí, los préstamos negativos han existido desde endenantes, pues aquí los funcionarios, rara vez se preocupan porque la deuda produzca beneficios para los gobernados. Antes bien, con este argumento los contratan, pero suelen desviarlos, en buena parte, hacia sus cuentas personales.
Esta conducta ilícita de los funcionarios gubernamentales, es perfectamente aprovechada por los financieros quiénes consideran, en su lógica depredadora, qué “si los gobernantes no se preocupan por el bienestar de sus compatriotas, menos sus “instituciones crediticias, pues no son hermanas de la caridad”.
Con este razonamiento, la gran mayoría de los gobiernos, contratan deuda internacional para volverse, personalmente y con sus cómplices, ricos de la noche a la mañana, sin causar mayor preocupación en las élites políticas y económicas que no están en el Poder, esperando, cómo buitres, su turno para el saqueo institucional y sin importar que las escasas posibilidades de desarrollo, para sus naciones, se pierdan.
Es falso que “los pueblos se endeuden para vivir cómo reyes”, como asegura Macario Schettino, los que endeudan a los pueblos son la delincuencia organizada que los desgobierna, para ellos sí, vivir como reyes.
En anteriores comentarios, señalé que las deudas contraídas por los gobiernos, rara vez llevan el propósito de beneficiar a sus pueblos y que, cuando esto acurre, los funcionarios se encuentran con las trampas de las financieras y del FMI.
El truco más socorrido es hacer creer que la única materia prima exportable, de la cual depende las finanzas del gobierno, aumentará varias veces su precio o lo aumentan al momento, para despertar más, la codicia de los encargados de negociar el préstamo. Los bancos, una vez firmada la deuda, en sociedad con las transnacionales, desploman los precios del producto, al grado de que no alcanza ni para pagar los intereses.
Resultado: el desarrollo se estanca o desaparece y sólo queda la Deuda.
La otra trampa es: Al mismo tiempo que se otorgan los préstamos para el crecimiento, se busca captar los mismos, alentando su desvío, o de plano, propiciando la fuga de capitales, sean los préstamos aludidos o recursos de procedencia no muy claros o francamente negros qué, sin escandalizarnos demasiado, también participan en el crecimiento económico.
A los Bancos, no les importa el bienestar de los pueblos. Simplemente buscan “la máxima ganancia, con la mínima inversión y si todo es, pura ganancia, mejor”. Esta realidad, responde a la naturaleza de este negocio que es de origen, no de ayer u hoy. Sin embargo, pocos recuerdan esto, y suponen que, contra natura, los financieros, banqueros y especuladores, buscan la mejoría de los pueblos.
Esta “ingenuidad” para NADA GRATUITA, de los que hacen el tejemaneje (financieros y funcionarios) es la que conduce, necesariamente, a que no haya alertas ni que se prendan los focos de advertencia que nos prevengan que vamos hacia el despeñadero.
Esta delincuencia organizada, está motivada y alentada por la impunidad anunciada que tendrán, de crear una crisis de deuda, porque esta impunidad, la han tenido en TODAS las crisis anteriores, pues dada la magnitud de su influencia económica, política y social, los gobiernos se ven obligados a endeudar a la sociedad para rescatar a los bancos.
Al permitirles que se auto regulen, a sabiendas de que esto no es posible, dada la naturaleza propia del negocio, se está abriendo la caja de Pandora a toda clase de desastres.¡Sería tanto como pedir que un lobo, se vuelva vegetariano!
Los países al sobre endeudarse, al sobre girarse, al gastar más de lo que pueden pagar, lo hacen con la complicidad y el aliento de los banqueros, en el “mejor” de los casos pero en su mayoría, con el engaño, la desinformación y el fraude maquinado.
Las pirámides financieras son de lo más común entre banqueros contra los usuarios, se nos dice una cosa agradable al oído, pero se actúa precisamente en contrario y a costa de nuestra salud económica. Esto lo saben, a ciencia cierta los especuladores, quiénes trabajan para llevar a la bancarrota al que se deje y si no se deja, forzarlo a que “se ponga flojito y cooperando”.
Para que un país se endeude de más, tiene que tener la cooperación o la complicidad, de los acreedores, de la Banca Mundial, de las calificadoras y del FMI. Nada de jugarnos el dedo en la boca, diciendo que México se endeudó más allá de sus posibilidades de pago o Grecia, o Argentina. Para bailar tango, se necesitan dos o tres para ello.
Tirar la piedra y ocultar la mano, es lo que acostumbran los bancos. Esperar lo contrario o disculparlos de antemano es, por decir lo menos, sadomasoquismo puro. Se debe regular el financiamiento o de plano desaparecerlo, pues ya no es un instrumento de desarrollo de la sociedad sino el promotor de crisis cada vez más recurrentes y desastrosas. Poner un límite al saqueo es una prioridad, nada de recargar el desastre, una vez más. Nada de poner el cuello para que nos cuelguen. ¡Por enésima vez!