sábado, 30 de enero de 2010

Ni Presidente del Empleo, Ni presidente Ciudadano. Simple Comparsa de la clase económica. Testimonos.Super Ciudadano....Testimonos



Testimonos

Por Cipriano Barreto Mendoza

Al igual que José López Portillo, el presidente Calderón trata de rescatar su imagen personal, ante el inevitable juicio de la Historia y el de los mexicanos. La única diferencia es que el auto llamado “presidente del empleo” se adelantó 3 años a su par, quién lo hizo al cuarto para las doce, en su último informe y con el presidente electo, Miguel de la Madrid Hurtado, sentado y molesto, por la nacionalización de la Banca, decretada frente a su nariz. La clase política, entonces priísta, la aplaudió.
Calderón, durante su campaña electoral, hizo muchas promesas, todas incumplidas y lo que no prometió, ni fueron temas de campaña, como la guerra contra el narcotráfico (más de 15 mil muertos) y el ahora enarbolar las demandas ciudadanas contra la clase política, son las que pone como prioridad en su agenda “gubernamental”.
En Testimonos anteriores, he señalado que si el mandatario quería “rebasar a AMLO por la izquierda”, debería haber declarado la guerra a todas las injusticias que padecen las mayorías en este país, empezando por revertir la salvaje y criminal concentración de la riqueza (20 % acapara 70% del PIB) y el cumplir con la Constitución y que los trabajadores reciban sueldos y salarios que respeten el mandato de la Carta Magna, que conmemorará un año más de incumplimiento y de cotidiana y cínica violación.

El fracaso electoral de julio pasado lo terminó de convencer de que su gobierno estaba más que fallido y no, por una crisis mundial que sólo nos iba a dar un “catarrito” y que se convirtió en una caída del PIB de 7%, tampoco por los pésimos manejos de su “gabinetazo” respecto a la crisis del virus AH1N1 y que los daños causados no fueron por éste, sino por el manejo político electoral que sobredimensionó sus estragos, para levantarse cómo los “salvadores de la Humanidad” y por supuesto, de México.
Ahora, y dentro de la misma conducta mesiánica, se quiere presentar el ejecutivo como el salvador de las demandas ciudadanas y cómo el líder de los electores que no se sienten representados por esta clase política, que sólo ve por sus intereses y muy, pero muy poco, por los de la población, en crisis extrema.
En encuestas recientes, lo que más preocupa a la sociedad, es la economía, después la seguridad y en tercero, la política pero, ocuparse de llenar los bolsillos (y los estómagos) de la gente, representaría afectar los intereses globales de la clase económica que es la que mueve y maneja a la clase política a su antojo y en su beneficio.
La clase política, manipulada por la clase económica, para proteger los privilegios de sus patrones, acepta ser el receptáculo del reclamo justificado de la sociedad y para cubrir las espaldas y las Bolsas cupulares, exhibe “reformas políticas” por doquiera buscando distraer no a los bolsillos (y estómagos) de la gente sino a los analistas y politólogos que no tienen ese vacío en su vestimenta, ni el ajeno gruñir visceral.
Calderón, recogió varias de esas demandas políticas (desechando otras) y cómo fiel escudero de la clase económica, a la que le debe el puesto, en un Decálogo las presentó en diciembre, cuál broma del día de los Inocentes para los millones preocupados por la situación de desempleo, salarios de hambre e inflación galopante, creyendo que con ello se olvidarían de comer tres veces al día y bajo un techo seguro.
La intención de Calderón, con su Decálogo, no sólo está en desviar la atención de la responsabilidad compartida de la clase económica en la crisis global, sino en la crisis centenaria de los indígenas, que tienen 500 años marginados y en los 40 años de los trabajadores sin salarios constitucionales pues la intención prioritaria del ejecutivo (por la gracia de Gordillo e IP) está en recoger las banderas de los pocos ciudadanos que satanizan a la clase política pero deidifican a la clase económica, dueña y señora de las instituciones (incluyendo la Presidencia de la República) y del 70% del PIB.
México tiene 40 años de “reformas políticas” que han servido de cortina de humo, para golpear las incipientes reformas económicas que promovió la clase política pos revolucionaria. A cada “reforma política” le siguió un descontón a los beneficios sociales y económicos. Entre más “se avanzó” en lo político peor le fue a la sociedad en lo económico.

La clase económica estaba complacida con esos “avances” para la clase política, que le significaba acaparar más puntos de la riqueza nacional, por ello siempre avaló las “reformas” y con mayor poder económico se convirtió en el soporte de las campañas electoreras del PRI. Recordemos que Carlos Salinas de Gortari, le pasó la charola a los magnates del momento, pidiendo 25 millones de dólares por cabeza para gastos electorales (adelantándose a Bejarano). A partir de entonces, cada partido con posibilidades de ganar puestos públicos, mediante elecciones, pasó la charola y recibió aportaciones de la clase económica que así compró lealtades y complicidades.

Estas últimas son las que han inclinado la balanza hacia la clase económica, pues con mayor poder adquisitivo, ha comprado voluntades de la clase política, al grado de que los poderes fácticos son los dueños y señores de la clase política y de las instituciones que dice representar.
Finalmente, Calderón cómo “cabeza’ de la clase política, lanza un Decálogo Político para salvar su imagen histórica, cuándo lo que urge es un Decálogo Económico. ¡Sólo con ello, podría corregir su estampa tan fallida! ¡Urge un Líder Ciudadano de verdad, no uno de mentiritas, o cómo se dice ahora, espurio!