sábado, 23 de enero de 2010

Ciento cincuenta Haitíes abandonados


Testimono

Por Cipriano Barreto Mendoza

En la ONU hay casi doscientos países inscritos (192). De ellos, más de 150 están en igual o peor situación que Haití. En un programa de CNN en español, con motivo del Sorteo del Mundial de Futbol en Sudáfrica 2010, se presentó un reportaje sobre el abandono de recién nacidos en las Ciudades principales de este país sede de la Fiesta balompédica.
En zonas críticas, se localizan ‘”ventanas” con un letrero que señala que ahí se pueden “dejar” niños. La “ventana” tiene una puerta que se levanta y da acceso a un nicho con una colchoneta, dónde se puede colocar al niño y en ocho segundos, del interior del lugar, acudirá personal que lo recogerá, gracias a un dispositivo de alerta.
Mientras el gobierno sudafricano “invierte” miles de millones de dólares en estadios, albergues para los participantes, vías de acceso y en seguridad pública, en el tejido social se da este contraste de la miseria existente en la población mayoritariamente negra.
Otro reportaje, de la misma cadena, denuncia que en esta población golpeada por la pobreza tiene, además, una grave incidencia de Sida y en la extrema ignorancia, en que se tiene a la gente, existe la creencia, de que tener relaciones sexuales con una virgen, se puede curar este mal.
Estos reportajes muestran, cómo países con graves carencias en lo más elemental, se ven presionados a “invertir” en campeonatos mundiales, que poco influirán en mejorar el nivel de vida de la mayoría. Se puede argumentar que el organizar un Mundial de Futbol, atraerá la atención de los inversionistas y de otros grupos para traer capitales y fuentes de empleo para la gente, pero ello no es sino la zanahoria que se ofrece, para desviar la atención hacia actividades que sólo producirán ganancias contantes y sonantes e inmediatas, para las cúpulas relacionadas con la FIFA.
En Haití, los ojos del mundo están puestos, por una tragedia que al igual que un Mundial de Futbol es un espectáculo no para mostrar nuestras habilidades con el balón, pero si para mostrar nuestro buen corazón y el altruismo de muchos sectores, que no lo hacen en la vida diaria, ni con sus propios connacionales.
No estamos en contra de la generosidad en casos de desastre. Censuramos que no sea una constante o con cierta frecuenta en los hechos cotidianos. La preocupación por los niños huérfanos o en extrema pobreza, debería ser permanente y no sólo en los desastres.
Estas tragedias naturales, tienen distintos desenlaces y consecuencias dependiendo en que país se dan. Si son en un país rico los daños serán infinitamente menores que si ocurren en uno dejado de la mano de Dios pero también de los hombres y eso es lo que está ocurriendo en Haití pero no ahora, después del terremoto, sino desde centurias.
Este abandono se da en por lo menos un centenar y medio de países, a los que se les ve como botín de corsarios por los filibusteros de las finanzas y del comercio.

El capitalismo salvaje que nos ha llevado a esta crisis global,
es un terremoto cien veces más destructivo que el que azotó a Haití, pero pocos alertan de sus tremendas consecuencias y daños que dejarán en más de ciento cincuenta países, que multiplicarán por ese número las tragedias en las sociedades víctimas de la explotación del hombre por el hombre, que sólo en los desastres espectacularmente mediáticos, se despoja de su egoísmo y voracidad y deja ver, sólo superficialmente, su generosidad y desprendimiento para con su propia especie